Un Estupendo fin de semana en la Sierra de Andújar
Luisa Serrano. Madrid.
Enero de 2013.
Mi marido y yo hemos pasado un estupendo fin de semana en la Sierra de Andújar. Contratamos una visita de jornada completa en 4 x 4 con turismo verde, guías de naturaleza y Carlos como guía. A primera hora de la mañana nos dirigimos a la zona este del parque y tras visitar la presa del embalse del Jándula y el Mirador del Rey, realizamos una espera para intentar avistar linces en una zona habitual de paso de estos felinos. No quisieron aparecer mientras nosotros estábamos allí y aunque el día estaba nublado y no era muy propicio, nos fue posible avistar algunas rapaces, entre ellas un ejemplar de águila real.
En el camino el paisaje es de una gran belleza, atravesando fincas cinegéticas con hermosas rocas graníticas con formas de bolas redondeadas, en medio de dehesas de encinas, en cuyos pastos conviven los animales salvajes como ciervos, gamos y muflones, con las ganaderías de reses bravas.
A la hora de comer hicimos un alto en La Caracola, donde tras un arroz caldoso regado con buen vino y unos cafés, continuamos nuestro recorrido por la zona baja del río, esperando tener más suerte con el esquivo gato clavo.
En esta zona dejamos el vehículo y comenzamos una ruta a pie guiados por Carlos. No llevaríamos ni cinco minutos caminando, cuando nuestro guía nos señaló eufórico ladera abajo. Miré y conseguí ver fugazmente la preciosa estampa de un lince a toda velocidad. Al parecer Carlos vió dos, nosotros íbamos detrás y sólo alcanzamos a ver el segundo.
Carlos nos comentó que esta actitud temerosa de los linces no era lo habitual. Normalmente no se sienten amenazados ni huyen cuando les observas prudentemente. Con el sabor agridulce de haber visto al felino, pero de forma tan breve, continuamos nuestra caminata observando diversas aves y grandes grupos de ciervos entre los árboles y matorrales.
De vuelta hacia el vehículo hicimos una parada en lo alto de una pequeña loma. Estábamos sentados con las cámaras y prismáticos enfocando un paisaje con una luz dorada realmente hermosa cuando, de repente, Carlos nos hizo señales en completo silencio para llamar nuestra atención: ¡¡¡ El lince estaba pasando justo a nuestras espaldas!!!
Fue absolutamente emocionante. Un hermoso ejemplar de largas y tupidas barbas caminaba lenta y majestuosamente, y tal y como nos había indicado nuestro guía, sin ningún temor a nuestra presencia. Le vimos recorrer toda la ladera de forma tranquila, hasta llegar a la altura de una valla en la que se detuvo en varios puntos, para encontrar un paso que le resultara satisfactorio. Giró su cabeza y su cuerpo con gran flexibilidad y elegancia y atravesó la valla, momento a partir del cual dejamos de verle.
Los tres estábamos regresando y hablando embargados de una emoción enorme por el reciente avistamiento, cuando, de repente vimos un lince ladera arriba cruzando hacia nuestra posición. Este ejemplar no era el mismo, era más joven, ya que su barba era notoriamente más corta y su pelaje algo más oscuro que el anterior. Se quedó quieto y tras dudar un instante, volvió sobre sus pasos y pudimos ver..¡a un segundo lince que caminaba con él!, y ambos volvieron rápidamente por la dirección en la que habían aparecido.
Llegamos a la conclusión de que los dos linces del principio de la caminata y los dos linces que vimos al regresar al atardecer eran los mismos, quizá dos jóvenes temerosos de atravesar el territorio de un adulto y por ello tan fugaces y rápidos, aunque siempre queda la posibilidad de que fueran otros individuos.
En cualquier caso, avistar varios linces en una misma tarde y uno de ellos con tanta cercanía y calidad, nos hace ser conscientes de lo afortunados que hemos sido en este paraíso que es la Sierra de Adujar.
La experiencia y conocimiento de Carlos de la zona, ha sido determinante para poder disfrutar de unos momentos mágicos viendo al hermosísimo lince. Gracias pues por el regalo de disfrutar de la generosa naturaleza de la Sierra de Andújar.